Otro escrito al cual le pueden dar libremente el sexo que deseen al narrador y si son creativos, hasta nombre.
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Te ruego por piedad y tú no me la das. Te dan igual mis súplicas, pero no importa. Esa forma en que me posees me enloquece a tal grado que no importa. Te pido mi libertad y no la obtengo. Rompes de a poco mis resistencias. Mis ruegos son más débiles. Me rindo.

Me tienes rogando por piedad, pero eres sordo a mis palabras. Te encargaste de robarme mi inocencia. No te importó encadenarme, para darme de latigazos y luego irme torturando con tu mano dentro de mi ano. Lloré de dolor, pero el placer fue tal que me hizo rogar por más de tu maltrato.

Y ahora no puedo sino recordar como mi infancia se me fue de las manos el día que me convertiste en tu maldito esclavo. Por fuera, seguiré pidiéndote piedad, por que ni de chiste voy a aceptar que el pésimo trato que me das me agrada. Y por dentro, solamente esperaré a que llegue la noche para que hagas de mí lo que desees.

¿Es normal desear ser el protagonista del original o soy yo la que está loca?

Dana, preciosa, es un gusto leerte. Narras de una manera que de verdad conmueve y, en éste caso, calienta.

Felicitaciones.

¿Sabes? a veces, frente al abuso, porque eso es lo que me evoca el relato, la victima secretamente espera volver a sufrirlo. Y esto te hace sentir sucio concientemente, anhelante inconscientemente.

Me ha encantado.

Pocas palabras, pero qué bien empleadas.

Genial, sinceramente.